¿Qué clase de ser humano será tu hijo?




De las imágenes que más circulan en las redes sociales al concluir un ciclo escolar, son las de padres orgullosos de sus hijos por cumplir satisfactoriamente sus estudios, algunos hasta con reconocimientos y medallas por su excelencia académica; si bien, es muy aplaudible y para presumir – incluso yo misma fui de las mamás orgullosas y recién publiqué una foto de mi niña ganando el primer lugar de Spelling Bee-, hay algo más importante que salir en el cuadro de honor, y que tiene que ver con la clase de ser humano que es y será tu hijo. Si anhelas que sea exitoso en la vida, entonces desde pequeño debes ocuparte en que desarrolle un fuerte carácter moral, por medio de lo siguiente.




Un corazón bondadoso.
Que desde pequeño aprenda a preocuparse por los demás, si ve que un compañerito, amigo o primito se cayó, tenga el impulso de ayudar, y no de burlarse. Que si hay un niño en el salón al cual nadie quiere juntarse en el recreo, que tu hijo sea la excepción y que busque acercarse, y no que discrimine y pelee. Que ponga en práctica el principio más importante que Dios nos enseña: “Ama a tu prójimo, como a ti mismo”, Mateo 22:39. Con esto marcará siempre la diferencia. Tendrá la capacidad de desarrollar una empatía por los demás, logrando ser siempre amable, compasivo y servicial.
Triunfar en la vida no solo es logra un título universitario, tener un buen trabajo, o empresa, es que a tu hijo le vaya bien en todo, que triunfe en el amor, en el hogar, en sus relaciones interpersonales y su vida espiritual. Por ello, es de suma importancia que haya bondad en su corazón, con la habilidad de manifestar afecto, a disculparse con una actitud de humildad, así como de controlar la ira y el manejo positivamente de sus sentimientos.

Un corazón dadivoso
Un día, un niño estaba en un estacionamiento admirando un auto, al llegar el dueño, le platicó que su hermano mayor se lo había regalado. Entonces el niño expresó: ¡cómo quisiera ser un hermano as!. El joven conmovido por lo que dijo, se ofreció a darle un paseo, y de ahí el niño pidió que lo llevara hasta su casa. Al llegar, se bajó corriendo muy entusiasmado, regresando minutos después acompañado de su hermanito lisiado, diciéndole que algún día le iba regalar un auto igualito. Ese día el joven llevó a los dos hermanitos a pasear por la ciudad, y fue entonces cuando comprendió lo que Jesús quiso decir con “Hay más felicidad en dar que recibir”: Hechos 20:35. Si enseñamos a nuestros hijos a ser generosos, aprenden a desprenderse de las cosas para ayudar a otros, así como de tener una actitud agradecida, porque reconocerán que somos bendecidos para bendecir, y esto es clave para la felicidad, ya que entre más nos enfocamos sólo en nosotros mismos, hay un efecto de carencia que nada parece ser suficiente, mientras que al ver por las necesidades de los demás y ayudar, te da un sentido de propósito y con ello viene la satisfacción. Así que si quieres que tu hijo sea una persona feliz, foméntale la virtud de la generosidad.




Un corazón lleno de amor por Dios
¿Qué le depara el futuro a nuestros hijos? No lo sabemos. Yo no tengo ni idea de lo que mi niña va querer estudiar, con quién se casará o donde vivirá, pero si hay un anhelo en mi corazón de que le vaya bien siempre en todo lo que haga. Y la única manera que yo puedo estar tranquila de que así será es que conozca de Dios, lo ame y siga los planes que El tiene para ella.
Deja que tu hijo se acerque a Dios, fomenta en el la oración, la lectura de la Biblia, que conozca de manera personal a Jesucristo y desarrolle una relación genuina, porque si se enamora de El, será obediente a sus principios y tendrá sabiduría para tomar buenas decisiones, y aún cuando las cosas no marchen bien o cuando lo gente le falle, Dios estará para sostenerlo, jamás estará solo.
Como dice las Escrituras: “Bendito el hombre que confía en El señor…Será como árbol plantado a orillas de un río, cuyas raíces penetran hasta encontrar el agua; árbol al que no agobia el calor ni angustian los largos meses de sequía. Su follaje se mantiene verde y produce en todo tiempo jugoso fruto”, Jeremías 17:7-8

Por último, mi oración a Dios es que nuestros hijos sean seres humanos maravillosos que marquen la diferencia, con un propósito de vida, con un corazón enamorado de Jesús, lo que los llevará a desarrollar fácilmente la virtud de ser bondadosos, amables y generosos.

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